viernes, 28 de noviembre de 2008

Muerto noviembre ...

... viene diciembre.

Aquí lo tenemos de nuevo, despiadado. La vorágine consumista se cierne sobre los mundos en crisis (el bursátil, el financiero, el social y hasta el sexual) y, yo el primero, nos ponemos a la cola de los que se ponen a temblar. En fin que, antes de que el espantoso depredador de cuentas corrientes (en mi caso, también molientes) al que llaman Espíritu Navideño se cierna sobre la mía, me gustaría, por supuesto, felicitaros. Felicitaros porque, al igual que el menda, sois incapaces de desentenderos de los convencionalismos; porque, aunque creamos que nos hacemos los suecos, seguimos al pastor del rebaño como borregos en pos de la esquila. Enhorabuena a los premiados.
No es mi mejor día para escribir nada, es evidente. Por eso, para dar algo de pábulo a la irreverencia de la que suelo hacer gala habitualmente, transcribo algo que inventé hace tiempo. Lo titulé "El regalo de Navidad":

Recibí una carta a mi nombre enviada por un tal Duke Mizounis, franqueada en una oficina de correos de la isla de Poros, en Grecia. Estaba dirigida a mi domicilio profesional y el remitente, a fecha quince de diciembre, escribía en perfecto castellano:

"Estimado amigo:

A finales del mes pasado realicé un viaje de placer a su país, concretamente a Barcelona.

Entre otros contactos, tuve la ocasión de conocer a Johann Weymeels, consejero delegado en España de una importante multinacional, un enamorado de su país y, por cierto, un apasionado de la integración de la arquitectura en el paisaje.

En el transcurso de la conversación me habló de su hija, la señorita Meritxell Weymeels, licenciada en Bellas Artes en San Fernando y residente en Alicante desde hace unos meses, así como del interés que tiene aquella por ejercer su profesión en algún estudio de su ciudad.

Entusiasmado con el proyecto que recientemente usted realizó para mí, me vi en la obligación de empeñar mi palabra, por lo que no dudé en enviar bajo su tutela profesional a tan estupenda colaboradora.

Un cordial saludo".

De seguido llamé a casa y la pelirroja atendió mi teléfono: la había contratado la mañana anterior y, a la tarde, compartíamos piso y cama. Aunque inoportuno, quise que me recordase su apellido y, aturullado por la respuesta, accedí a presentarla a mi familia en la cena de ese día: la de nochebuena.

Como para volver a olvidar a Duke Mizounis.


Antonio J. López. Diciembre de 2000.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

¡Qué grande es Nanni Moretti!


He tenido, porque esto va por rachas, la oportunidad de darme una atracón de cine este pasado fin de semana. He visto Cuatro vidas (originalmente The air I breathe, de Jieho Lee), también En algún lugar de la memoria ( Reign Over Me - AKA Empty City, de Mike Binder) y la italiana Caos calmo, de Antonio Luigi Grimaldi. Sin desdeñar las dos primeras obras, que me parecen excelentes y me han descubierto que: a) Adam Sandler es, espero, un actor aceptable, b) Kevin Bacon llega a ser creíble en un papel de buena persona y c) Liv Tyler sigue igual de bella que cuando interpretaba la trilogía tolkiniana (solo superada, opino, por su aparición en el clip de Crazy, de Aerosmith), me gustaría destacar la estupenda historia protagonizada (y co-escrita) por Nanni Moretti. En la línea de La habitación del hijo, pero tomando como punto de partida un hecho trágico, el signore Giovanni camina por la cotidianidad de una vida que, quebrada de un día para otro, se aferra a un guión teatral, a unas cartas marcadas, que le permitan iniciar un nuevo paso. Minucioso, sencillo y humano, el film colecciona todos esos alicientes por los que todo quisqui debe querer vivir. Más que recomendable, el viejo Moretti.


PD.- Esta madrugada, casi de un tirón, he leído Seda, de Alessandro Baricco. Lo bueno de perder el sueño (me voy haciendo viejo, que le voy a hacer) es que ganas el tiempo necesario para disfrutar de algo tan extraordinario como este breve relato. Absolutamente imprescindible. De verdad. Milimétricamente sencillo e introvertidamente tierno. Otro maestro, este otro italiano.