lunes, 27 de mayo de 2013

Ya tenemos Mediterráneamente 2013 !!!


Una entrada del pasado año la dedicaba, por matar el rato, a los anuncios que, cada verano y desde 2009, la cervecera Estrella Damm (una de mis marcas favoritas, por cierto) promueve para vender su producto estrella y, de paso, cimentar la certeza de que alcohol, juventud y verano conjugan maravillosamente bien.


Este año, como esperaba ya tenemos nuevo anuncio:


El comercial (como dirían por las Américas) tiene su gracia, al igual que sus antecesores: una reunión de fans del grupo musical Love of Lesbian (con todos sus integrantes incluidos, claro) arrenda (u ocupa, que los tiempos no están para despilfarrar) una casa rural perdida en un claro de un bosque presuntamente catalán (el lugar se llama Santa Clara, y aunque me he topado con algún que otro hospedaje rústico con tal nombre en Huelva, en Gipúzcoa y hasta en el Alentejo portugués, presumo que no se trata de ninguno de ellos). Allí, un montón de tíos peludos, quasicuarentones y, todo ha de decirse, refeos, se dedicar a rondar, besar y hasta a magrear a una variopinta selección de zagalas veinteañeras de muy (pero que de muy) buen ver. Si te fijas, hasta puedes descubrir al barbas de Trivago intentado pegarle un muerdo a una mulata salerosa. Planos cortos, cámara rápida, música al dente, un porró con cerveza y una paella valenciana (perdón, catalana, o alicantina, o alavesa, que más da). Tenemos también a un friki en plan jackass, lanzándose a la piscina con su Orbea, besitos integradores y a Tarzán y Jane corriendo en pelotas por la selva. En fin: el anuncio visualmente no está mal, la cancioncita (el grupo es barcelonés, es clar) tampoco, pero falta la historia. A diferencia de los anteriores anuncios, no hay guión. Y sin historia, humildemente opino, no hay emoción.

Así que nada. Seguiré bebiendo tercios de Estrella Damm y esperando que esta peña se digne a rodar el próximo año en Alacant, en cualquier rincón de la Costa Blanca. ¡Con lo bien que copularía un escenario como Altea con alguna ocurrencia musical de Oscar Barrachina y Helena Miquel!

PD.- Para el invierno que viene, puedo imaginarme al recién llegado Neymar poniéndose hasta el culo de calçots. ¡Ríete de Cesc, menjant pescado crudo en alta mar!

jueves, 23 de mayo de 2013

Le métèque

Andaba yo recién nacido, o en un tris de nacer, cuando un tipo flaco, desgarbado y algo más joven de lo que yo soy en el instante de escribir estas líneas, popularizaba la canción que da título a esta entrada.

A ese tipo, a George Moustaki (mejor dicho, a la música de George Moustaki), lo conocí siendo un crío, a través de la clases de francés de mi instituto. Cuando yo era efervescente, cuando era capaz de enamorarme de tres chicas en un solo verano y La 2, de madrugada y sin anuncios, emitía todo el cine clásico subtitulado que me ayudaba a mitigar sus rechazos, aquella canción extraña, cantada en un idioma extraño, supo, quiso estrujarme por dentro. 

No fue solo Moustaki, ese extranjero, ese alejandrino parisiense que hablaba un montón de lenguas, el que logró conmover mi alma quebradiza con esa canción. También lo hizo Joe Dassin (Les Champs-Elysées), Ives Montand (Sous le ciel de Paris), Françoise Hardy (Tous les garçons et les filles) o Jane Birkin (ésta, con su Je t' aime moi non plus, de una manera más libidinosa). De la música, en la adolescencia, pase al cine de mi juventud (Sophie Marceau con La fête, Emmanuelle Béart con La belle noiseuse y Jean Reno, este último con cualquiera de sus pelis) y, bueno, con todo esto, yéndome de rama en rama, intento decir que soy francófilo. Tanto como italófilo o grecófilo. La cultura mediterránea, tu sais

Por ello, por eso, por todo, no puedo sentir más que tristeza por la muerte del viejo Moustaki. Hace unos meses lo vi, con la cantante Marina Rosell en el programa catalán El convidat. Era evidente que este momento,el final del viejo músico, no se iba a demorar demasiado. Hace bien poco se han ido personas tan dispares y queridas como el sinpar Alfredo Landa, la bella Sarita (la misma que traía de cabeza, entre otros, a Gary Cooper), el hombre que puso voz y alma a varios mitos (Constantino Romero, off course) y el viejo profesor, José Luis Sampedro. Gente, seres, que conformaron un mundo, el mío y el de otros muchísimos, que va desapareciendo, esfumándose, diluyéndose. Y pese a que mi blog ha ido deviniendo, post a post, en una suerte de necrológica, pese a que puedo presentarme como el pesimista más lóbrego del mundo con solo manifestar que pronto, en un abrir y cerrar de ojos, cuando apenas pasen mil años, nadie recordará a nadie y que, al final, si es que lo hay, solo quedará, como decían en Gladiator, polvo y viento, sobre esta mota de mierda que navega sobre algo tan indeterminado como intenta ser el universo, lo fugaz de la vida, lo insignificante de una sola existencia, da sentido al conjunto.

Pura matemática, como pueden ver.

lunes, 7 de enero de 2013

Feliz año ..., tolkinianos

Pues eso: que feliz año nuevo. Pero no solo para los fervorosos fans (incluido un servidor) del universo Tolkien. Feliz año para todo el mundo, urbi et orbi. Que, dicho sea de paso, falta nos hace; que el 2013 sea un poquitico mejor que el dichoso 2012. En fin. Mas vale no hablar de lo malo, que ya nos bombardean   bastante.

Hace mucho, mucho tiempo, hace ya casi cuatro años, hablaba yo en este mi blog del posible rodaje de El Hobbit, precuela (ay, estos modernos) de El Señor de los Anillos. Haciendo un poco de memoria (considérese que ha arribado a este tiempo algo más que menesterosa), recuerdo que puse a parir a un tal Guillermo del Toro, pues parecía definitiva la idea de que el tipo dirigiera el film. Confieso que no he vuelto a leer las chorradas que tuve a mal escupir (si al profano le apetece, allá él: http://alasombradelavellano.blogspot.com.es/2008/01/del-toro-dirigiendo-el-hobbit.html). Sin embargo, sí puedo asegurar que, desde entonces, me acompaña a todos lados (al trabajo, al parque, hasta al excusado) la terrible sensación de que le jodí el invento al ilustrísimo realizador mexicano. Dicha semejante ordinariez, aclaro: no es que uno haya movido esos hilos que, como personaje insigne y poderoso, tiene la gran suerte de manejar, ni tampoco que haya cobrado poderes sobrenaturales con los que adjudicar el cenizo a cualquier fulano. Pero el proyecto, que ya era bizco y cojo por aquel entonces, cayó en desgracias en manos del tal Guillermo, hubo otro pequeño gran lío con el tema de la preproducción, huelgas de actores en Nueva Zelanda y no sé qué más tropezones en la sopa. En fin: que Del Toro aparece solo en los créditos de la primera parte de El Hobbit como guionista (por gentileza de su amigo Peter, supongo), que el mismo Jackson se hizo cargo de todo (la industria suele jugar a caballo ganador, por supuesto) y que uno, miserable y malicioso como es, no puede más que agradecerlo (bendito sea el alto ejecutivo que quiso fuera de la ecuación al niño prodigio del cine fantástico hispanoamericano). 

Yendo al meollo de la cuestión (la película, obviamente), he de decir que la idea de estirar el librito de Tolkien en tres partes me pareció, en principio, una barbaridad. More money, piensa uno inmediatamente. Y está claro que ésa debe ser la razón de tal alargamiento. Egoístamente, como incondicional del subgénero de orcos, elfos y enanos, no tengo nada que reprochar a New Line Cinema: será hermoso revivir la espera anual (aunque, en esta ocasión, la tercera parte no se estrenará en Navidad, sino en verano) a la que me tuvo cruelmente encadenado la trilogía de The Lord of the Rings. Hoy en día, como uno se siente viejo y, en ocasiones, más paciente (qué remedio, después de disfrutar como un enano con las dos temporadas de la serie televisiva de Juego de Tronos e intuir que George Martin abandonará este aburrido mundo sin lograr acabar su historia para HBO), disfruta de los pequeños placeres de la vida mordisco a mordisco, aunque le vayan faltando dientes. La primera parte de El Hobbit, Un viaje inesperado, me ha parecido más que brillante. ¿Que es demasiado larga, como dicen algunos? Sí, pero no se hace tan pesada como el tercer Batman de Nolan (laaaaargo bostezo, por cierto). ¿Que es más de lo mismo? Siiiiiiiiiií. Bendito sea Peter Jackson. Es una maravilla ver de nuevo a Gandalf, al Bilbo original y centenario, a Saruman, Galadriel y Elrond. Incluso a Frodo/Elijah Wood, que aparece fugazmente. Es delicioso disfrutar al fin del encuentro entre el hobbit y Gollum, del juego de las adivinanzas, de la aparición del anillo. Martin Freeman, sublime haciendo de sí mismo pero menguado de talla y con pies grandes y velludos (hay que verlo también en la serie británica Sherlock, please). Solo he extrañado los jugosos labios élficos de mi amadísima señorita Tyler


En fin. Un teen para mister Jackson