viernes, 23 de mayo de 2014

La pena



Siento mucho volver, un año después, con otra entrada - homenaje a un ser querido y admirado. Y a pesar que, durante este lapso de tiempo, se fueron personas a las que quise dedicarles unas palabras (como al mismísimo García Márquez o a Paco de Lucía), tenía y tengo la sensación de estar convirtiendo este lugar en una especie de obituario ... y no me hacía sentir nada cómodo.

Además: últimamente he estado más volcado en la pintura que en la escritura, y juro por lo más amado que hace poco, muy poco, estuve pensando en Kiz. Enrique Pérez Torregrosa. No era mi amigo, pero era alguien a quién admiraba. 


Hace un par de semanas, a modo de locura, me planteé la posibilidad de pintar un mural. Un trampantojo, un paisaje cielo - mar en un muro desolado que tengo en mi terraza. Como hacía mucho que no veía ni hablaba con Enrique (hace más de dos años que no trabajamos en el mismo edificio ni en la misma ciudad), tuve la idea, en principio, de que lo hiciera él. Luego, avasallado por mi propio ego (y por el pudor de pedirle semejante favor), pensé en hacerlo yo mismo, aunque quería pedirle consejo. Yo nunca he pintado una pared exterior, no sé qué clase de pintura emplear ni, tampoco, si habría de masillar la superficie antes o aplicarle una patina para rematarla y protegerla de las inclemencias del tiempo. Quién mejor que él para darme algunos consejos. Pero se me olvidó el asunto, como se me olvidan muchas otras cosas, y dejé los días pasar sin robar unos minutos al trabajo para telefonearle ...

Enrique murió ayer tarde, 22 de mayo. Lo hizo de improviso, trágicamente, sin que nadie lo esperara. Era joven, no creo que superara los treinta y cinco. Era valiente y brillante. Y era grande como persona. Lo sé, no fui su amigo, pero me hubiera gustado serlo.

Me dijo en alguna ocasión que seguía mi blog. Y aunque, tímidamente, me dijera que le gustaba, no creo que nunca me hubiera dicho lo contrario. Era bueno, por naturaleza. Y no pude hablar con él por última vez.

Donde quiera que hayas marchado, Enrique, quería hacerte llegar mis gracias. Y decirte que le daré una segunda oportunidad a "La sombra del viento". Un gran abrazo.