martes, 20 de diciembre de 2011

Regalo de Navidad

Dícen que el mejor regalo que puede hacerse a alguien que se aprecia es el que sale directamente del corazón (que, bien es cierto, es una manera bastante cínica de decir que no te ha costado un duro).

Como me he levantado con espíritu navideño (ay, aquellos tiempos de la tienda de campaña ...) y, perdón por las molestias, con una pizca de malasombra (ya sé que dije que no volvería a meterme con ningún personaje del panorama socio-cultureta nacional y/o internacional, pero de sabios, y también de veletas, es rectificar), ahí va mi regalo para quién me lea:

Lucía Etxeberría, la insigne escritora, ha prometido que va a dejar de escribir libros. Para adultos, concreta en una segunda parte de su manifiesto.



Suena a autopromoción, claro. De su nueva novela, por supuesto. Con lo que, probablemente, incumplirá su promesa. 

No obstante, yo, de natural humilde, se lo agradezco. Y no es porque no me guste lo que escriba. No, que va. Jamás he leído nada de esta pizpireta autora. Algún artículo tonto (perdón, Lucía, pero es que así me lo pareció en su momento) y poco más. Si que, desde la barrera del desinterés, he sabido de sus puestas en escena cuando ha presentado alguna de sus obras o, incluso, cuando le han dado algún premio. Ignoro (porque eso soy, un ignorante) si hace bien su trabajo, si vende mucho, si estará en el top ten de los lectores más vendidos del mundo, o de Europa, o de Sanlúcar de Barrameda. Desde siempre, y espero que me perdone si la molesto, me ha parecido pretenciosa (no ya su escritura que, insisto, desconozco, sino su actitud). Impostadamente provocadora, tal que un remedo femenino de Almodóvar con un toque macarrónico (de macarra, vamos). Y, aunque sea infantil por mi parte, siempre he creído que sus títulos son pomposos y vacuos.

Insisto: sin afán de molestar.

Claro. Todo eso se lo guarda uno. Hasta que descubre la noticia en El Mundo (http://www.elmundo.es/elmundo/2011/12/19/cultura/1324317428.html), en la que, aparentemente, nuestra Lucy confiesa que está harta de que la gente se descargue ilegalmente sus libros (si es que hay gente para todo, qué le vamos a hacer) y que no está dispuesta a trabajar tres años como una negra para eso.

¿Trabajar? ¿Escribir es trabajar? Yo, que soy un romántico, siempre he pensado que escribir es algo que haces porque sí, porque es una necesidad física, aún cuando la fortuna te sea aviesa y malvivas con un mísero empleo para, a duras penas y merced a largos desvelos, intentar contar algo que, y ahí te engañas, crees que nadie a sabido expresar antes como tú quieres hacerlo. Escribir es vivir en un mundo paralelo como esos en los que habitan el músico, el pintor, el dibujante o el soñador sin sueños. Y eso, en estos tiempos de estrecheces, hay que tenerlo muy claro.

Por eso me sorprenden tanto las supuestas palabras de la Etxeberría. Por su afán contable. Ya sé que, como yo, tiene que pagar facturas, comer, vestirse y poner gasolina. Pero la escritura, como el fútbol o la danza, no son oficios; son pasiones. Tienes mucha suerte si te pagan por desempeñarlas. Y si, en alguna ocasión, logras que lo hagan, no significa que vayan a remunerarte siempre, ni mucho menos. Podríamos hablar de Chéjov, de Cervantes o del vivalavirgen de Faulkner. Decía Cortázar que “si un escritor está condenado a escribir, escribirá, a pesar del trabajo que le ofrezcan, pues siempre podrá sacarle partido a cualquier situación vital que se le presente". Así que no se queje, señora Etxeberría. Tiene suerte de vivir en un tiempo en el que cualquiera, con un ordenador y una conexión de internet, puede leer lo que usted escribe. E incluso gustarle y, gratuitamente, agradecérselo.

Tenga cuidado, eso sí, con los niños. Yo a los míos ya les he quitado la tarjeta de crédito. Por si acaso.

PD.- Como éste me parece poco regalo, recomiendo que si Lucía Etxeberría o cualquier otro aprecia a alguien y, además, éste (o esta) es un loco entusiasta del slot (del Scalextric, vaya) se le haga el siguiente regalo:



Es el Cheetah de MRRC. Una auténtica preciosidad. Espero, por mi bien, que mi mujer lea a escondidas mi blog (je,je). Y, si no, a esperar las rebajas de enero.

3 comentarios:

  1. Yo tampoco he leído nada de Lucía, pero la verdad es que da la impresión que escribe exclusivamente por obligación, en ningún momento habla de pasión, de necesidad de escribir... Si te apasionase escribir y tuvieras una mente pródiga en ideas estarías deseoso de llegar a casa para plasmarlas en papel, digo yo. Creo incluso que ello me relajaría bastante y sería un aliciente a la rutina diaria, no sé.
    En lo del cochecito, totalmente de acuerdo.

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  2. El trabajo , la pasión, la afición........todo se complica cuando llega el vil metal.
    Decía Serrat en una canción

    "bien me quieres , bien te quiero,no me toques el dinero"

    Amigo Antonio , te deseo de todo corazón unas felices fiestas rodeado de tus seres queridos y que la magia os inunde estos días con salud, alegría y fortuna .........y por dios un cheetah de mrrc ¡¡¡¡¡¡¡

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  3. subscribo -no al extremo, no en su total totalidad- lo que se vierta acerca de la -lamentable- sra Lucía: esa especie de versión actual de la sra Corín Tellado (que el altísimo la tenga en su literaria gloria!). Celebro que el que comenta no háyase atrevido a leer nada de la mencionada escriba, pues el daño cerebral puede ser tan grave como, claro, irreversible. Esta muchacha padece el sindrome del gurú... del ir x la vida impartiendo lecciones de esto y aquello, pero sobre todo, del quehacer erótico, vaya c/la Mata Hari ibérica, toma ya!!! En cuanto a que el escribir es 1 trabajo... uen, puede serlo, como puede ser un hobbie, un entretenimiento. Lo que se detecta en lo que esta muchacha ha perpetrado es justamente ese flanco de sólo labor... sin... sangre! sin pasión, no se detecta que para ella sea... dramático, in dis pen sa ble... como lo ha sido para Pavese, Hernández, Lorca, V. Parra, Lowry... para ellos era... vital... Lo que ha, insisto, perpetrado esta-niñata- es, pues eso, ñoñería tras ñoñería, algo parecido a lo que Shakespeare definía respecto al discurso de un loco (hecho de sonido y de furia): hecho de sonido y estupidez, naderías...

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