martes, 30 de septiembre de 2008

El tuerto es el rey




Reproduzco un artículo de opinión del dramaturgo y traductor Ignacio García May, publicado en El Cultural hace unos pocos días.


CANAL HIRST


Los diccionarios de filosofía contemporánea dedican mucho espacio a Walter Benjamin, a Sartre, o a Heidegger, pero todos ellos no fueron más que una panda de charlatanes: el auténtico gran filósofo del siglo XX ha sido Andy Warhol. Sólo él supo prever que lo único que le importaría a la gente en nuestra época es ser famoso durante quince minutos. Mientras tanto, los demás se dedicaban a perder el tiempo elucubrando sobre el ser, la nada, y la madre que los trajo. En la filosofía de ahora pasa igual: Henri Lévy, Sloterdijk o Michel Onfray van de profundos y de güays, pero el verdadero genio, el que de verdad sabe de qué va el mundo, es otro artista, Damien Hirst: mete una vaca con purpurina en un tanque de formol y se la vende a un pardillo por trece millones de euros. Luego hace lo propio con un tiburón y se saca otros doce kilos del ala, o de la aleta. El ejemplo de Hirst nos permite comprender la operación de la Comunidad (1) con los Teatros del Canal. El asunto empezó hace ocho años con un grupo de políticos provistos no sé si de la argollita en la nariz típica del ganado vacuno o de la dentadura doble del tiburón, aunque eso sí, fuera del tanque de formol, obsesionados por la grandeur de las olimpiadas, el Exincastillos y demás proyectos faraónicos. Luego, durante esos ocho años nos han contado que el Canal era una instalación maravillosa, que era lo mejor de lo mejor, y hemos tenido que creerlo por cuestión de fe, como suele suceder con el arte contemporáneo, porque en ese tiempo nadie ha explicado absolutamente nada, ni justificado nada, pese a que el retraso permanente en las obras era síntoma de que algo no iba del todo bien. Al final lo mismo daba vaca que tiburón: lo esencial era asignarle la regalía, a dedo, como establece la tradición, al correspondiente Buey Apis de pezuñas doradas, mientras se le endilga la factura multimillonaria a los ciudadanos. Hirst, tío, eres mi héroe.



(1) de Madrid, deduzco.



Razonablemente, Hirst (o cualquier otro en su situación) tendría derecho a defenderse. Lo cual no quiere decir que ésa fuera una buena decisión. Casualmente, conozco a uno que se atrevió a hacerlo. Se trata de un tipo que le vendió la moto al jerifalte del municipio donde se crió. Viendo que algunos ciudadanos, indignados ante el dispendio injustificado de la corporación, manifestaban su desacuerdo ante diferentes medios, la criatura, presumiendo de un master of art teacher's collage (uaua!!!) concedido por la Columbia University y de su doctorado otorgado por la Université de Paris, se dignó a responder a su ofensores, publicando en el Diario Información de Alicante la siguiente joyita digna de aparecer enmarcada en las paredes de los sacros museos de arte moderno de tout le monde:

MANIFIESTO CONTRA LA PÉRDIDA DEL SABER
Saulo Mercader

A los censuradores que critican «gastos excesivos en la escultura de Saulo Mercader», esto quiere decir que desconocen la trayectoria del autor, su vida y su obra y que por añadidura, confunden al público, que es el mío, al que dirijo estas pequeñas pero necesarias aclaraciones. Sócrates, en sus diálogos con Protágoras, nos dice: «el verdadero mal es la pérdida del saber» y esto es lo que no deseo que ocurra nunca en mis obras porque ustedes me merecen el máximo respeto. A los censuradores que critican «las prioridades del municipio deben centrarse en los servicios ciudadanos y no en decisiones unilaterales de compromiso». El municipio ha comprado a precio reducido esta escultura de 4 metros de altura en bronce. A precio reducido porque no son mis precios habituales, pero se trata de mi tierra, de mis raíces y es por esto que regalo y adjunto 12 piedras de diversas medidas que preparé y pinté con ayuda de dos personas. Este adjunto, regalo para el ciudadano de San Vicente es muy importante por la dirección y la fuerza que adquiere el lugar y así el municipio y el ciudadano poseen más de 12 obras de arte que acumulan las experiencias y el saber de más de 50 años de trabajos en distintos continentes y países. A los censuradores que critican «servicios al ciudadano». Los servicios al ciudadano es lo que más nos mueve y lo que más nos importa en el arte. Nosotros, los pintores y escultores, damos nuestras vidas por ello, porque la humanidad, sin su crónica, sin su memoria, no puede caminar. Por otra parte, se considera una necesidad urgente hoy en día el que sepamos que poseemos un espíritu y que este está agredido en demasía por la tecnología y el materialismo. Así que la terapia del arte existe y a ella es a la que me dirijo con mis obras cuando hablo de servicios al público, del equilibrio y armonía necesaria que les da las obras de arte. Ustedes publican «una comisión técnica que determine las características, necesidades y el diseño más acorde». Nunca hubiese aceptado determinaciones sobre el diseño y características. En mi situación, ningún creador de mi rango podría haber aceptado esta premisa. Este pensamiento decidido rompe con la libertad y la intuición y el quehacer de nuestra misión en el arte contemporáneo. El arte tiene que ser realizado por un monje de la humanidad. Ni Picasso, ni Juan Miró, ni Dalí, Mondrian, Matisse,... hubiesen participado en concursos sobre todo en estas condiciones tan precarias de profesionalidad. Por otra parte, es fácil enterarse de la opinión que merecen mis obras en los países europeos y americanos. Algunos de ellos editaron sellos de correos y me concedieron altas condecoraciones por mis trabajos en el arte. No es lugar para justificar mis méritos y logros, porque lo más importante está aquí, en mi trabajo que yo doy a mi ciudad como lo escribo encima de «Dona Lluna»: «aquí nací, aquí doy». Esta rotonda, templo cosmológico en homenaje a la mujer, vale mucho más de lo que se me da. Pero yo vengo a dar mis conocimientos a compartir y dejar la crónica de nuestros comienzos del siglo XXI. ¡Ah! Querido público: ¡qué ignorancia!, ¡qué atrocidad de pérdida del saber! Hasta Picasso se revuelve en su tumba. Él junto a Voltaire, Víctor Hugo, Mondrian y todos los grandes cronistas de la humanidad frente a la lectura de estas frases dirigidas a mis obras más representativas de nuestra contemporaneidad en el arte. En esta frase «si es que hubo concurrencia con otras obras y si la obra representaba los valores propios de una sociedad democrática del siglo XXI» se ignora y en su extrema ignorancia se hace demagogia aberrante de la misma luz del conocimiento. Queridos y respetados paisanos y hermanos artistas y creadores: aún continúan diciendo que «el sentido de la escultura y su atrevimiento al señalar que irradiará equilibrios y energías positivas». Les digo que discúlpenme, pero el atrevimiento es precisamente el de decir lo que no tiene fundamento y que está probado que el color y la línea irradian energías. Matisse escribe en «escritos y propiedades del arte», como Fischer «las necesidades del arte», Kandinski, Kleper, Juan Miró «esto es el color de mis sueños» Tapies, Telhard de Chardin, Vasarely, Karen Appel, Bachelard, Jose Campbell, Paul Cézanne... Todos escriben sobre las evidencias de las fuerzas y energías de las composiciones del color y las líneas, pueden también leer mi libro «Arte. Materia. Energía» de la editorial Imago, prensa universitaria de Francia (PUF). Una línea es una fuerza que actúa como todas las fuerzas elementales, pero éstas dirigidas a las psiquis del individuo, mi templo. Existen, según Gustav Jung, unas fuerzas en el universo que como la gravedad, agrupa por afinidad las energías espirituales, es el acto al cual se refieren mis composiciones en todas las obras que a ustedes les dejo.


Parafraseando a García May: Saulo, tío, eres mi héroe. Eres el rey.






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