sábado, 6 de septiembre de 2008

Dulce y malvada ... pereza


Ahora que no está. Ahora que duerme. Ahora que velo su sueño. Es el momento de, por fin, publicar una nueva entrada. Ella, la más dulce, la más tentadora, la más hermosa entre las bellas, me ha permitido, a regañadientes, escribir. Y aunque parezca un contrasentido, sí, ella, mi pereza, descansa. Lo hace desnuda, a flor de piel, sincera, tiernamente abrazada a mi almohada. El verano, mi verano, ha sido suyo. No ha dejado nada por sentir, ha recorrido mi tiempo de puntillas, sonriente, tarareando su luminosa canción. Me ha amado y, pobre de mí, me he dejado amar no una, sino mil veces. Y ahí está derrotada. O haciéndome ver que lo está. La acaricio. Descubro sus párpados dichosos, su respiración sinuosa. Quizá me eche a su lado. Quizá deje ahora mismo esta página que no puedo tocar, estas palabras que no sé adonde me llevan, y derrote mi sien en su pecho, alimento de mi espíritu vano. Quizá pueda escribir algo mañana. Tal vez deba irme con ella, a su lado, de su mano, en pos de un inmerecido descanso.


Prometo volver. Lo haré. Y será así porque, una mala mañana, ella me habrá abandonado.

2 comentarios:

  1. Nunca concepto más infausto mereció mayores halagos... sólo podía venir de ti. O de mi. El día que elogiemos el trabajo empezaré a preocuparme.

    Migue

    P.D. Te recuerdo blog (renovado)
    criticopelis@blogspot.com

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  2. Palabra de haragán de que estoy "absolutosamente" de acuerdo contigo.

    Un abrazo.

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