martes, 24 de junio de 2008

Nocturna


Aquí me teneís. Insomne, como un mochuelo. La noche abruma mi voluntad, y evito, sin proponérmelo, marcharme a dormir. Es la noche de San Juan. De Sant Joan. También de San Giovanni. De Ayios Yiannis y de Saint John. No quiero que se me malinterprete y que creaís que soy una especie de santurrón, maldita sea. Bien sabeís que mi vocación de demonio (bienhechor, pretendo) no me permite tales licencias. Aunque, si lo pienso bien, sí hay un par de benditos por los que me atrevería a ignorar (aunque solo fuese un ratillo) los lúbricos cantos de las Ninfas del Edén del Fuego Eterno. El primero es San Patricio, Saint Patrick, patrón de Irlanda y (¡albricias!) quisiera que de la cerveza. Nací en el día de su onomástica, por lo que es lógico que me provoque cierta simpatía. La otra, no sé si santa, es María Magdalena. Ya en mis tiempos de monaguillo a tiempo parcial se me antojaba como una mujer, ejem, de bandera. Sabina, hace unos pocos años, le dedicó la canción que yo quisiera haberle escrito. Olé por Joaquín, cachondo irredento.

A lo que iba. Es noche de San Juan. Me hubiera entusiasmado la idea de bañarme en la playa (que está aquí mismo, tan cerca) y lustrar mi alma pagana con el salitre y la arena. No recuerdo haber hecho eso antes. Y si lo hice alguna vez (siendo mozuelo) ignoro si fue en la madrugada de un 24 de junio. Andaría yo, casi seguro, enrevesado en otros menesteres que poco tendrían que ver con la magia que, se supone, destila el equinoccio de verano (andando yo con veintipocos años estaba más pendiente de calzarme a Menganita sobre la arena que de misticismos y cuentos de parecido calado). ¿Y porqué no he ido hoy, cual iluminado cuarentón, a bañarme en el Mediterráneo, os preguntareís? Por vago. Ni más ni menos. Por perezoso y por simplón. Hay que joderse ...

Todo esto viene a cuento porque, para congraciarme con la magia, se me ha ocurrido regalaros a todos los que teneís a bien leer mis chorradas un deseo sanjuanero: imploro a la divina Afrodita que el fuego más puro, el fuego que nos ilumina y nos refleja, el que encadila y mece los sentidos, os consuma durante todas vuestras vidas. Que esa llama mágica, escapada de alguna estrella, os haga brillar en la oscuridad, que ilumine vuestros caminos y que, sin miedo a perderla, pueda ser compartida con aquellos que os rodean: amantes, hijos, padres, vecinos y funcionarios, peluqueras y poetas, desalmados y fulanas, cantamañanas y notarios. Todos, todos ellos, deberían dejarse quemar por ella.
PD.- Seguro que peco de poco original, pero confieso haberme reconciliado (¡por fín!) con la selección española de fútbol. Tenía demasiadas heridas abiertas (la de la España de Naranjito, aquella de Arconada en París, la otra de Michel en México y otras muchas que, dolorosamente, aún estaban por cauterizar) y hoy, tras vencer a la Bella Italia, puedo proclamar mi orgullo por haber nacido aquí, por pisar la tierra que me da cobijo y porque unos chavales, con alegría y desparpajo, han logrado ilusionar a este escéptico que soy yo. Lo que pase después no importa. El bien ya está hecho. El fútbol, ya se sabe, es solo un juego. Pero, ¡ay del que pase por la vida sin jugar!

4 comentarios:

  1. Aquí otro insomne, pasando la noche de San Juan dejándome la espalda, la vista y los nervios (malditos pinceles, con lo divertido que es el spray...) terminando un cuadro encargado por mi mejor amigo, que parecía que no iba a salir nunca. Gracias por ese deseo sanjuanero que nos lanzas, ojalá se cumpla. Feliz noche de San Juan

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  2. Ay, maese Kiz!

    Cuán grande sois!

    Trabajar a tales horas, denota que vuestro genio no conoce descanso. Pese a imaginaros (ya a media mañana) somnoliento, me enorgullezco de conoceros.

    Como es evidente, no os contesté ayer noche. Andaba yo peleando con el wi-fi (que me dejó la entrada a medias) y opté por retirarme a instruir el espíritu con una novela que compré hace años y no me atrevía a empezar. Os ruego mil disculpas, agradezco vuestros deseos y espero que la vida colme tu copa.

    Un abrazo.

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  3. Vaya, qué pena los que tenéis el mar cerquita y no os dais ese baño mágico. Lo que daría yo por estar en mi tierra y cumplir con el ritual de aquellos años... Aquí en Madrid las tormentas apagaron cualquier intento de hoguera... Menos mal que el fuego, algunos, lo llevamos dentro.
    Un placer que hayas tocado a mi puerta.

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  4. Madrid no parece un buen lugar para pasar la noche de San Juan, no. Pero, como tú bien dices, es cuestión de seres, no de estares.

    Espero que el tuyo ilumine otros mares.

    PD.- La próxima ocasión en que quieras visitarme, avísame. Ya ves, lo tengo todo patas arriba.

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