miércoles, 11 de junio de 2008

Habanera imposible

A Carlos Cano.


A uno, como a todos, le apetecería marcharse lejos, dejar la rutina atrás, sumarse a lo impredecible. A uno, como a algunos, le seduce la utópica pretensión de abandonarlo todo, casa, trabajo y merchandising, y arrastrar a la familia a un lugar bucólico y perdido en el que abrir un negocio ruinoso (una libreria de viejo, por ejemplo) y dejar que el compás de la vida, olvidadas las esclavitudes y el vaivén de las prisas, meciera el resto de mis días. A uno, que puede ser necio pero intenta demostrarse lo contrario, le cuesta creer que llegue ese momento, pues el tiempo es veloz, devora tu cuerpo, el imaginario y las hojas de ruta, y al final uno se queda sobre el sofá, pendiente de la televisión. Pero si el destino pusiera en mis manos esa posibilidad de cambio, esa aduana sin barreras, a uno se le ocurre que pudiera marchar a La Alpujarra, a la montaña granaína, a Pitres o a Capileira, a perderse para siempre en un cortijo como el ex-Genesis Chris Stewart. Aunque, bien pensado, da miedo. Verdadero miedo. La última ocasión en que estuve por allí, temí que la bullicie de Órgiva acabará sometiendo la sierra, como un mal terrible que no puede ser detenido. Las montañas, el frío, el agua y los árboles lo impedirían, tal vez. O no. Habría de buscar otro sitio. Otro lugar perdido. En Soria, tierra desolada. Llana, plana, sana. Como sus gentes. Pero viene a mi memoria lo difícil que, hace ya años, costaba robarles la palabra a los castellanos. ¿Y Córdoba? ¿O Cádiz? Tal vez, tal vez. ¿Y Altea o Biar, que me quedan tan cerca? No sé, no sé. Tal vez estaría bien irse a vivir a la isla del viento, Lanzarote. O a La Gomera, donde reina la laurisilva. Islas, todas las Canarias, donde las muchachas cantan al hablar. ¿Y las islas griegas? ¿Cómo pude olvidarlas? En mi haber sigue el recuerdo de la blanca Poros, de la sinuosa Hydra, de las esponjas puestas a secar bajo los portales azules. Nunca vi un mar más cobalto que el heleno. ¿Y si fuera allí donde, a uno, le correspondería ser feliz?


Al uno al que lees le agradaría saber cual sería ese sitio en el que tú desaparecerías. A uno, ya ves, le gustaría saber cual es tu habanera imposible.

6 comentarios:

  1. Bonita cuestión. Yo creo que mi habanera imposible sería perderme por las costas de la Bretaña francesa tan imprevisibles y bellas.

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  2. Estoy contigo, rebeca.

    ¿Conoces esos lugares?

    Besos y ánimos desde Alicante.

    Antonio.

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  3. Establecerme en Granada, eso sí que seria reencontrar el Paraiso, por amor a la tierra y a la sangre...
    pero vaya, que tampoco me importaria darme una vueltecita por las hermosas islas del Egeo o la costa dálmata.
    Un gigantesco abrazo desde Melilla.
    Jesús

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  4. Siempre, desde chavea, quise tener un hermano. ¡Quién me iba a decir que acabaría por serlo mi primo!

    Un abrazo para tu familia y para tí. Mi casa es tu casa, ya lo sabes.

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  5. Antonio, estuve hace dos años recorriendo desde La Rochelle hasta Mont de Sant Michel y estoy loquita por volver.
    Saludos!

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  6. Rebeca:

    Ya sabes que eres una privilegiada. Solo deseo contestarte para recordártelo.

    Un abrazo de quién, sin conocerte, te aprecia y admira.

    Antonio.

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