martes, 6 de mayo de 2008

Antoñito






Flaco. Taciturno. Machacado por la vida. Herido desde lo más recóndito de sus miedos. Hay gentes, músicos o no, que le han dedicado homenajes, han proclamado su muerte o incluso le han compadecido. Siempre, siempre, merece la pena escucharlo. Nada ha impedido que, como memoria sonora de una generación, en comunión con los jóvenes que fuimos y que ya hemos olvidado, nos contagiara su melancolía, su amor por las olas, su anhelo por trazar paralelas sobre el firmamento. Ahí está, irreductible. Parece que se arrastra. El rostro, ajado. La nariz, picuda. La melena, cana y descuidada. Lleva en su corazón los acordes de "Estaciones", de "Elixir de juventud" y de "Una décima de segundo". Y aún ahí quién ignora que era él cantaba aquello de "La chica de ayer".




Gracias por existir, tocayo. Te deseo lo que esperas.




A Antonio Vega. Al niño perdido que todos creemos haber dejado de ser.

2 comentarios:

  1. ¿Sabes lo que es triste? Que casi siempre los homenajes vienen cuando una persona ha dejado de existir...
    Espero que a tu tocayo le llegue antes de que ya no sirva para nada.

    Un besote enorme

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  2. hla tete! el otro día ví a Antoñito cantando una canción con Miguel Bosé al que le saltaron las lágrimas. Me pareció en su forma de cantar como si fuera su última vez.
    P.D: Ya puedes entrar en mi blog! ufff lo que me ha costado creo que estoy saliendo de cateta en esto de los ordenadores. TE QUIERO UN BESO

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